Fundación Espacios Verdes

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Organización sin fines de lucro con la misión de promover la mejora en la calidad de vida en armonía con la naturaleza a través de la Educación Ambiental.

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Salmones en la Patagonia

Por Andrea Truffa, Docente y Comunicadora ambiental

Tierra del Fuego es la provincia más austral de Argentina, el sitio donde se juntan el mar, la cordillera, glaciares, bosques y una biodiversidad única. Allí el frío potencia la vida y los paisajes deslumbran por su belleza. Allí también tras una larga lucha de vecinos, organizaciones ambientalistas y la comunidad científica, se logró prohibir hace algunos años la instalación de criaderos de salmones, estructuras flotantes similares a jaulas gigantes que contienen miles de peces encerrados en cautiverio mientras crecen y engordan bajo el agua.

Transcurría el año 2021 cuando se aprobó la LeyProvincial N° 1355, en tan solo siete artículos, y por unanimidad del poder legislativo, se determinó la prohibición del cultivo y producción de salmones, a fin de asegurar la protección de los bienes naturales, los lagos y ecosistemas marinos (Art. 1, Ley 1355).

Llamativamente, cuatro años después, la norma aún no fue reglamentada y cada vez se escuchan más proyectos e intentos para modificarla. Algunas iniciativas buscan flexibilizar la ley para permitir la salmonicultura industrial en cuerpos de agua naturales, hecho sumamente controversial ya que, de aprobarse este cambio, se retrocedería en los niveles de protección ambiental vulnerando el “principio de no regresión”.

Con la promesa de generar puestos de trabajo se pretende instalar un modelo productivo que ya fue debatido y rechazado de forma mayoritaria por la población, tanto por sus potenciales daños ambientales como por las repercusiones sobre una de las principales actividades económicas en la provincia: el turismo. El objetivo implícito es consolidar un negocio basado en la manipulación de una especie animal introducida con fines comerciales, bajo una lógica extractivista que no respeta la sustentabilidad de la vida.

Modificar la Ley 1355 para permitir el desarrollo de una industria impuesta, cuestionada en todo el mundo y pensada para la exportación, puede poner en riesgo el trabajo de los pescadores artesanales, la salud y todo el ecosistema fueguino. Según el Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia se debe observar con atención el impacto ambiental, sanitario, social y económico de la salmonicultura en Chile (el segundo productor mundial de salmones y el vecino más cercano en estas latitudes). Allí se evidencia la insustentabilidad de una actividad económica que genera ganancias para pocas personas y desestima los perjuicios sobre la población y el ambiente. 

Según dicho Foro se han identificado y documentado diversos problemas como consecuencia de esta práctica, uno de los principales (y casi inevitable) es el riesgo de escape de individuos al ambiente natural que por su voracidad provocarían un desequilibrio ecológico, hecho que ya se está evidenciando al encontrar especímenes en aguas patagónicas provenientes de salmoneras chilenas que compiten con la fauna nativa.

Otra de las consecuencias es la probabilidad de contraer enfermedades que aumenta en los animales encerrados y que, además de propagar infecciones a otras especies, podrían afectar a la salud humana tras su consumo. Para combatirlas se utilizan grandes cantidades de antibióticos y antiparasitarios que tienen un alto costo ambiental y que terminarían generando resistencia bacteriana (como todos los antibióticos utilizados de forma desmedida).

El hacinamiento de individuos también provoca acumulación de desechos orgánicos (debido a los restos de alimentos ultraprocesados, fecas y cadáveres) que contaminan y estimulan el crecimiento de algas que producen marea roja.

Además, la fauna silvestre sufriría por la presión ejercida por la sobrepesca para producir el alimento que requieren los salmones y las rutas y hábitats se modificarían por el tráfico y la contaminación, perjudicando a especies con estados delicados de conservación.

En cuanto a las actividades económicas, el turismo (un sector clave en Tierra del Fuego) se vería seriamente perjudicado. Tampoco está comprobado que se puedan crear tantos puestos de trabajo con la salmonicultura como afirman sus impulsores y no se está considerando el valor cultural, ético y ecológico que posee el ambiente. Los saberes populares, campesinos e indígenas y algunas actividades tradicionales como la pesca artesanal serían desplazadas por matrices productivas importadas con sus implicancias sociales.

La entrada de corporaciones a la alimentación de la población y la producción principalmente para exportación afectaría a la soberanía alimentaria y a las prácticas culturales mencionadas anteriormente.

Existe un amplio consenso tanto entre las comunidades de la provincia como en el ámbito científico sobre la necesidad de mantener la regulación para prohibir las salmoneras para cría industrial. No es un debate sobre salmones, es sobre el modelo de producción y consumo que eligen nuestros territorios. Tierra del fuego tiene bienes naturales únicos, valiosos y respetados en el mundo. No es necesario adoptar modelos productivos importados que afecten nuestra soberanía, nuestra salud y nuestros mares.

Salmones en la Patagonia

Por Andrea Truffa, Docente y Comunicadora ambiental Tierra del Fuego es la provincia más austral de Argentina, el sitio donde se juntan el

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