Por Macarena Fernández Rial, Lic. en RRPP e Institucionales y Maestranda en Políticas Sociales Urbanas y Romina Torres, Analista en Ciencias Ambientales y Especialista en Educación Ambiental
Cada 8 de julio se celebra en la Ciudad de Buenos Aires el Día de la Acción Ambiental por la Cuenca Matanza Riachuelo, instituido en el año 2012 por la Ley N.º 4.162. La norma establece además de la creación de la efeméride que “el Poder Ejecutivo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires deberá impulsar campañas de difusión, a efecto de instalar en el ámbito de la Ciudad la problemática ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo, los avances alcanzados y las futuras acciones de saneamiento en dicha Cuenca”.
La fecha no es casual: remite al fallo histórico que en 2008 emitió la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la conocida Causa Mendoza. Esta demanda fue presentada en 2004 por vecinos y profesionales de la salud de Avellaneda contra el Estado Nacional, la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires y 44 empresas, por los daños y perjuicios causados por la contaminación del Riachuelo.
En ese contexto, y como parte de la respuesta institucional al conflicto, en 2006 se creó por iniciativa del Poder Ejecutivo y por medio de la Ley 26.168 la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR). En 2009, tras el fallo de la Corte, se presentó el primer Plan Integral de Saneamiento Ambiental, actualizado en 2016. Dicho plan guía las acciones de ACUMAR en función de sus tres grandes objetivos: recomponer el ambiente de la Cuenca, mejorar la calidad de vida de sus habitantes, y prevenir el daño futuro. Para ello, se proponen 14 líneas de acción vinculadas a la salud ambiental, el ordenamiento ambiental del territorio, la gestión de residuos, el desarrollo de obras de infraestructura, el control industrial y la educación ambiental, entre otros.

El caso de la Cuenca Matanza Riachuelo es justamente uno de los conflictos ambientales más importantes de nuestro país. Su contaminación tiene una historia de más de 200 años y proviene de tres fuentes principales: residuos sólidos urbanos, residuos cloacales y residuos industriales. Es importante considerar que en esta cuenca, cuyo cauce principal se extiende por 64 km y atraviesa 14 municipios de la provincia de Buenos Aires y varias comunas de la Ciudad, viven casi 5 millones de personas, lo que representa el 10% de los habitantes de toda la Argentina.
Muchos fueron los avances en el saneamiento desde la creación de ACUMAR con el correr de los años. Algunos avances evidentes y que saltaban a la vista rápidamente y otros menos evidentes pero no por eso menos profundos y significativos. Solo por mencionar algunos podemos recordar el retiro de 80 embarcaciones abandonadas, la liberación de casi la totalidad del Camino de Sirga para cumplir con el libre acceso y circulación, la creación de un cuerpo de inspectores especializados en función de la determinación de las normativas ambientales, el relevamiento de industrias y establecimientos contaminantes y el desarrollo de los procesos de reconversión industrial de muchos de ellos, la creación de programas de limpieza de márgenes y espejo de agua constantes que permitieron ver finalmente al río con otros ojos, la creación de un programa de educación ambiental “Escuelas por la Cuenca”, con más de mil instituciones educativas participantes, el avance en la relocalización de familias, la creación de una red de monitoreo de calidad de agua, el avance en obras de infraestructura y saneamiento, la evaluación y seguimiento de casos de salud ambiental, entre otros. La lista es extensa y variada y la clave en los resultados fue la persistencia y el compromiso de trabajo sostenido por años.
Lamentablemente, hoy ya no se habla de avances, sino de retrocesos. Desde el cambio de gestión en 2024, y con motivo también de que la Corte Suprema definió poner fin a su actuación directa en la causa, ACUMAR sufre una fuerte parálisis institucional, sin presupuesto ni objetivos claros. En 2025, la situación se agravó con el despido de la mitad de su planta de trabajadores, muchos con más de una década de experiencia y un compromiso profesional invaluable.
Al día de hoy nadie sabe responder qué está haciendo ACUMAR realmente. Y la sensación hacia el futuro es de total incertidumbre y pena por la cantidad de años de trabajo sostenidos tirados a la basura.
Hoy el futuro de la Cuenca Matanza Riachuelo es incierto y eso nos afecta a todas y todos.
—- Fotografía por Alejandro Kaminetzky
Nota: Parte de la destrucción actual de ACUMAR es la falta o dificultad de acceso a información y materiales que antes eran públicos y de libre descarga a través de sus canales de comunicación. Siempre es posible de todas maneras ante la necesidad de datos hacer un pedido formal de información pública, el cuál debe ser respondido por el organismo de manera obligatoria.
A continuación algunos links de interés para quienes quieran seguir profundizando en el tema: