Se ha instaurado este día para promover la lucha contra esta enfermedad, aumentar la concientización sobre su prevención y conmemorar los logros alcanzados. Se focaliza en la educación y sensibilización de la comunidad, ya que se la considera una enfermedad emergente pero prevenible, tanto en animales como en humanos.
Y se eligió esta fecha por el fallecimiento de Luis Pasteur, el 28 de septiembre de 1985, responsable del desarrollo de la vacuna antirrábica.
La rabia es una zoonosis -enfermedad que se transmite de los animales a los humanos- que produce una encefalomielitis aguda 100% mortal, pero 100 % prevenible. Se la considera cosmopolita pero ausente en Australia, Reino Unido, Irlanda, Nueva Zelanda, Japón, Hawai, Antártida y Escandinavia. Anualmente fallecen más de 60.000 personas en el mundo, de estas, entre el 95 y el 99 % son causadas por la mordedura de perros. Sumado a esto, existe una forma de transmisión dada por el llamado fenómeno de spillover (transmisión a hospedadores ocasionales) que dificulta la lucha.

El Plan Estratégico Mundial está basado en el enfoque “Una Salud” para poner fin a las muertes humanas por rabia transmitida por perros para el 2030, con 3 pilares: vacunación de perros, vigilancia epidemiológica y acceso de la población a la profilaxis post exposición. Este enfoque tiene en cuenta la salud animal, la salud humana y la salud ambiental.
El virus de la Rabia pertenece a la familia Rhabdoviridae y dentro de esta, al género Lyssavirus. Su morfología es cilíndrica con forma de bala de fusil y está envuelto por una capa lipídica que lo hace lábil en condiciones ambientales. Es sensible a la luz solar, ultravioleta, calor y puede ser tratado con detergentes aniónicos (jabones) -por esto se recomienda lavar la herida después de la mordedura con agua y jabón-.
Han sido descubiertos 7 genotipos del virus rábico, pero el más importante es el genotipo 1 llamado virus rábico clásico (RAV) cuyos hospedadores son mamíferos terrestres (de distribución mundial) y murciélagos (de distribución en América). Se establecieron ciclos para la rabia teniendo en cuenta la circulación del virus en un determinado ámbito a partir de sus reservorios naturales. Así, encontramos un ciclo terrestre conformado por especies de mamíferos terrestres y un ciclo aéreo constituido por mamíferos aéreos (murciélagos).
Por otro lado, se puede dividir en un ciclo urbano, cuyos transmisores y reservorios son los perros y gatos y un ciclo silvestre dónde lo son: zorros, coatí, aguará guazú y murciélagos (carnívoros y quirópteros). Aunque ratas, ratones, cobayos y hámsters pueden padecer la enfermedad, se consideran de bajo riesgo porque tienen una glándula salival rudimentaria y producen un cuadro paralítico por el cual pueden enfermarse, pero con baja transmisión.
La rabia urbana se transmite por mordedura de un perro infectado a otro sano o a una persona. También existe transmisión por contacto directo de saliva de un animal infectado en heridas o mucosas de uno sano, por aerosoles (en cuevas de murciélagos o laboratorios), predación de quirópteros por felinos y por trasplantes de córnea de donante muerto infectado por rabia y no diagnosticado.
Tras la mordedura, se produce la inoculación del virus a los músculos, que es transportado por los nervios periféricos hasta el sistema nervioso central, tomando contacto con el cerebro y de ahí ocurre una infección descendente hacia numerosos tejidos y glándulas salivales donde completa un círculo y está listo para ser transmitido a otro individuo.
Es importante recalcar que una vez que el virus llega al sistema nervioso central no hay vuelta atrás y es allí donde radica la mortalidad de la enfermedad. Como se sabe que el virus avanza a una velocidad de 3 mm por hora, cuanto más lejos del cerebro (cara o cabeza) sea la herida, menos grave será el pronóstico. Por esto, algo que ayuda mucho, como se mencionó anteriormente, es el lavado de la herida con agua y jabón para luego dirigirse al médico o llevar la mascota al veterinario y seguir el tratamiento correspondiente de forma urgente.
Existe un período de incubación desde que ocurre la mordedura hasta que aparecen los primeros síntomas de entre 10 días a 6 meses. Luego de estos síntomas, se produce la evolución de la enfermedad, que se da entre los 5 a 8 días y luego ocurre la muerte. De 3 a 8 días antes de la aparición de los síntomas se da la virulencia presintomática en saliva, esto es algo muy peligroso porque si se toca al animal y se tiene contacto con su saliva, puede contagiar el virus.
Finalmente, la enfermedad se presenta en 2 formas: forma furiosa y forma paralítica.
Según un trabajo presentado sobre Rabia en Argentina, en el período 1999-2005, el laboratorio del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur recibió 1.300 murciélagos para el diagnóstico de rabia, detectándose 41 casos positivos en condiciones naturales, de los cuales se escogieron 26 (63,4%) muestras para este estudio. Las especies involucradas fueron en su mayoría Tadarida brasiliensis (80%), seguida por Lasiurus cinereus (15%) y Lasiurus borealis (5%). Las conclusiones del estudio establecen que las posibilidades de que estas especies transmitan rabia al hombre u otros animales terrestres son bajas ya que la prevalencia del virus rábico en 1.300 murciélagos insectívoros analizados fue del 3,2%.
Para la prevención y el control de la rabia se establece:
-la vigilancia epidemiológica a través de la notificación de casos (es una enfermedad de notificación obligatoria).
-medidas de prevención por medio de la vacunación antirrábica, de carácter obligatorio en perros y gatos en nuestro país.
-control poblacional: la tenencia responsable de los animales reduce el número de animales callejeros y esto tiene que ver con el compromiso de las personas. -educación para la salud, a través de información para la población de parte del estado sobre esta enfermedad y sobre la promoción de la tenencia responsable de mascotas, sumado a la legislación para la importación de animales.
Al mismo tiempo, la prevención incluye las acciones dirigidas a grupos de riesgo: el personal que trabaja con animales urbanos y silvestres o en laboratorios, con tratamiento preexposición y las medidas de bioseguridad correspondientes.
Debemos recalcar que los animales silvestres no son mascotas y no deben ser mantenidos en las casas por la posibilidad de transmisión de esta enfermedad o muchas otras. Por otro lado, se debe dejar en claro que los murciélagos no son culpables de nada ya que la ocurrencia de rabia es baja. Aun así, no se puede desatender y se debe continuar con los planes de vacunación para animales domésticos.
Por último, hay lugares donde concurrir para más información: División de Zoonosis Urbanas, Ministerio de Salud, Laboratorios de Zoonosis (esto depende de cada provincia) y en Capital Federal: los departamentos de rabia de SENASA, Instituto Malbrán e Instituto de Zoonosis Luis Pasteur.
Seguir leyendo:
Guía para la prevención, vigilancia y control de la Rabia en Argentina:
https://www.researchgate.net/publication/326753053_Guia_para_la_prevencion_vigilancia_y_control_de_la_rabia_en_Argentina
Ley Antirrábica 22.953:
http://www.msal.gob.ar/dlsn/sites/default/files/2019-08/Ley%2022953.pdf
Fundación PCMA: Programa de Conservación de Murciélagos de Argentina:
http://pcma.com.ar/
Estudio sobre Rabia en Argentina:
https://www.researchgate.net/publication/299356958_Aislamiento_de_virus_rabico_en_glandulas_salives_de_murcielagos_insectivoros
Laura Ruiz
Técnica Universitaria en Gestión, Manejo y Conservación de la Biodiversidad. Naturalista y Educadora Ambiental